Mito cotidiano
Escritoras de los 80 y 90 en Lima

La exposición La vida sin plazos. Escritoras en la ciudad de los noventa de la Casa de la Literatura Peruana dio origen a este laboratorio de reflexión y creación interdisciplinaria. Nuestro punto de partida fue el concepto de mito cotidiano, que aparece en el cuento "La Noche de Walpurgis" de Pilar Dughi, mediante el cual exploramos la dimensión extraordinaria de la vida cotidiana y revisamos temas como la ciudad, la literatura, el feminismo, tanto de los noventa como el de hoy, con el fin de crear un proyecto colectivo.
Somos un grupo multidisciplinario y heterogéneo. Leímos y conversamos sobre los textos de las distintas autoras de la muestra, encontramos continuidades y distancias con nuestra propia experiencia en la ciudad y con la literatura. Además de trabajar con los textos y el análisis literario, también indagamos y experimentamos otras texturas, lenguajes y medios. Creamos una bitácora colectiva, que en cada sesión alimentamos con ejercicios breves y densos en reflexión: un mito sobre nuestro cuerpo, nuestra genealogía feminista, nuestro mapa de la ciudad vivida, entre otros. Así exploramos algunos temas o preguntas que nos surgían de las lecturas, como el cuerpo, el impacto de la violencia en la ciudad, el ser mujer, lo femenino, la construcción del feminismo, que las vinculamos con nuestras experiencias personales.
A partir de lecturas, visitas, acercamientos a proyectos que entremezclan la literatura y la ciudad exploramos las poéticas de las escritoras y sus búsquedas éticas y estéticas durante este periodo. Entonces, nos propusimos crear un proyecto colectivo que incluyera algunas de las ideas que se habían discutido, así como curiosidades individuales sobre las autoras o temáticas que surgían en la lectura. En medio de este proceso se implantó la emergencia sanitaria por la pandemia Covid-19, así nos trasladamos a un plano virtual, dejando atrás las ideas de recorridos por la ciudad, muralización, intervenciones urbanas, biblioteca feminista, entre otros. Nos reunimos en la virtualidad para seguir hablando de lecturas y posibles modos de realizar nuestro proyecto final.
Miramos, transitamos y sentimos Lima en este presente desbordante, que ahora está congelado en la incertidumbre y en el dolor de una pandemia y de todo lo que devela. Las escritoras que leímos también atravesaron incertidumbre y dolor por la violencia política, pese a todo en su poesía el signo vital persistió. Este mapa reúne los temas que nos resonaron más fuertemente, la ciudad, la vida cotidiana, el cuerpo y las formas de resistir, y que ahora presentamos como una mirada particular de las escritoras que se manifestaron y crearon en medio de una crisis.
Mito cotidiano. Escritoras de los 80 y 90 en Lima es una página colaborativa en la que hemos recogido unas breves reseñas sobre las autoras que leímos, la presentación de los temas que nos han motivado (la ciudad, la vida cotidiana, el cuerpo y las resistencias), una cartografía de la ciudad intervenida por poemas y fragmentos de textos, algunos con nuestras voces impresas en audio; finalmente, cerramos con dos textos que miran las vivencias de aquellos años a la distancia. Les invitamos a desentrañar sus propios mitos cotidianos
Ciudad
La generación de escritoras de los 80 y 90, esbozaron en sus textos las diferentes Limas, que siendo una misma, resultan extrañas y distantes a ellas como un escenario nebuloso que no se permitía conocer.
La ciudad, construye su paisaje urbano como un collage de imaginarios propios de cada persona que la habita. Desde el plano artístico la ciudad de las escritoras es una reflexión fundamental como una fotografía en un tiempo determinado.
Lo más interesante quizás es que la voz de las escritoras de esta generación no se registra desde el miedo o el terror, sus voces hablan desde un cuerpo vivo y despierto acerca de una ciudad que siempre está sucediendo, violenta o silente pero que existe como escenario y no como telón de fondo; la ciudad es ruido, colores y sensaciones. La ciudad las juzga y las incomoda; ellas entonces responden con indignación y la enfrentan.
Esa cualidad caótica y ajena alentó a que la poesía y narrativa de las escritoras pudiera recrear el imaginario de Lima como una ciudad de "casas rotas", de "fibras extrañas y de extraños nombres las avenidas", de "microbuses atropellados y de comensales engullidos".
Vida cotidiana
La vida cotidiana suele pasar desapercibida, simplemente transcurre entre obligaciones, horarios, descansos que se reproducen de manera cíclica. Nada sería memorable. Pese a su monotonía inherente, está habitada por sensaciones, pensamientos, sentimientos intensos que nos constituyen. En ella también hay momentos de fuga, quiebres, grietas, que se tornan en un giro en cómo vemos las cosas.
La vida cotidiana durante los 80 y 90 en nuestro país estuvo trastocada por la violencia. Los espacios usualmente seguros como el hogar, el trabajo, la universidad se volvieron inciertos. La escritura de estas mujeres se sumerge en la vida cotidiana para ver las resonancias de lo que atravesaba la sociedad en su conjunto. El miedo, la incertidumbre y la precariedad están presentes en el día a día. El espacio de la vida doméstica y de los cuidados se torna un campo de exploración, temas que usualmente eran invisibilizados. Estos son representados como nunca antes, con detalle y profundidad, transmitiendo la sensación de invariabilidad y pérdida de libertad al que son sometidas las mujeres. En otros casos, la vida cotidiana es un espacio de intimidad, invención y salvación.
Cuerpo
En estos años de intensa conmoción cultural, social y política se establecieron nuevos espacios, nuevos actores y nuevas formas de relacionarse y habitar la ciudad. El cuerpo femenino, aparece en los versos de estas poetas como una metáfora de resistencia y afirmación desde sus experiencias de vida.
En esta travesía del cuerpo, de sus contactos y estremecimientos, la poesía de Rossella Di Paolo por ejemplo observa en la materialidad del cuerpo una afirmación de sí misma y la declaración simultánea de su diferencia frente a los demás. Los versos de Ollé por su parte, describen los procesos de este mismo cuerpo, desentrañando su naturaleza y descomposición.
Victoria Guerrero, nos muestra los misterios y transformaciones del cuerpo de la madre tras el alumbramiento. El poema de Rocío Silva Santisteban nos confronta ante un cuerpo marcado por la huella de la violencia. Esta resistencia no es solo frente a la violencia política, sino que alude a otras formas como la violencia de género y los modos en que se invisibiliza, criminaliza o juzga a la mujer en la sociedad. La poesía de estas escritoras manifiesta y denuncia estas formas de opresión muchas veces con tono irónico, lúdico o sutil.
Resistencias
Durante el conflicto armado interno en las décadas del 80 y 90, escritoras como Pilar Dughi, Montserrat Álvarez, Mariela Dreyfus, Rocío Silva Santisteban, Rossella Di Paolo, Carmen Ollé y Patricia de Souza, entre otras, manifestaron por medio de la escritura y el arte el contexto en el que vivían. Los sentimientos, las emociones, es decir, la salud mental, durante estos años se ven afectados y se pueden ver reflejados en la mayoría de sus trabajos.
En estos poemas se habla de la angustia tanto individual como colectiva, del miedo, el extravío o la pérdida de sentido y la soledad. También de la incertidumbre cotidiana, la hostilidad, los problemas sociales, la violencia y represión, la muerte y el caos así como la corrupción, la crisis política y la desesperanza. Temas que aparecen en los poemas de Montserrat Álvarez o Rocío Silva Santisteban, por ejemplo. Está presente la violencia traumática de este periodo a veces de manera cruda y real y, otras, reflexiva y empática a la vez. Se narran también los placeres momentáneos que buscan mitigar efímeramente los problemas cotidianos en un contexto difícil, pero que no alcanzan a remover el dolor íntimo que involucra la guerra y la violencia.
Sin embargo, se habla también de la resiliencia y esperanza, como en los poemas de Victoria Guerrero. La escritura es una herramienta de resistencia frente a esa violencia extrema que denuncian. Con su sensibilidad se sugiere una forma de catarsis y un ejercicio ético y justo de memoria.
Una mujer sola en Lima
Hemos seleccionado algunos poemas o fragmentos de diferentes textos de las escritoras de los 80 y 90 que nos llevan a pensar sobre la ciudad, la vida cotidiana, el cuerpo y las formas de resistir en un contexto tanático. En algunos textos hemos encontrado referencias explícitas a un lugar, como en el cuento “Los días y las horas” de Pilar Dughi donde se menciona la Av. Buenos Aires, cerca a la Av. Grau. O el Hospital del Empleado en el poema de Victoria Guerrero. En otros casos la selección de los puntos en el mapa ha sido más libre e interpretativa; ya sea siguiendo la temática del poema, lo que sabíamos de la autora o las referencias implícitas que aparecían en el texto. Por ejemplo, un texto de Carmen Ollé nos sugiere marcar la Universidad la Cantuta, en donde ella fue docente. O en el caso de “Los relojes se han roto” de Montserrat Álvarez se señaló el Parque Universitario por su alto reloj. Nos interesa recorrer esta ciudad a través de su sensibilidad y ver qué nos revela sobre aquel tiempo y sobre este presente de pandemia y de reinvención.
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Testimonio de Victoria Guerrero
Los 90 fueron años de mucho aprendizaje, de caerse y levantarse. De saber cómo ser mujeres, de conocer Lima y sus múltiples dimensiones trágicas, de crecer con la guerra interna y de ser jóvenes durante el fujimorato. Dicho así, no parece una historia muy alegre, pero estamos aquí, y eso también significó vivir (o subvivir) de muchas maneras: escribir, ir a recitales, reír.
Yo era una de esas chiquillas que iba todos esos recitales de finales de los 80 y principios de los 90. Buscaba a otros que hicieran cosas ocultas como yo, cómo escribir poesía, por ejemplo. Algo que me excitaba y me avergonzaba a la vez. En la universidad, admirábamos y le temíamos a esa muchacha rara que se paseaba con un báculo por los pasillos, a la Montse. Montserrat Álvarez, esa poeta de ojos locos y gabanes que publicó Zona Dark en el año 91. La buena poesía estaba por todos lados, centros culturales y universidades se llenaban para oír a Blanca Varela, a la Montse, a Dalmacia Ruiz Rosas, Enrique Verástegui, a todos los poetas del canon, a jóvenes que se iniciaban en la poesía. Asistía a recitales maratónicos sin que nadie se agotara o se fuera a pesar de que algunos eran malísimos, pero había fervor. No sé cómo lo hacíamos. Seguramente porque existía el deseo y el deseo mueve todo. Quizá nos sostenían las largas caminatas por la ciudad o las grandes conversaciones en los bares frente a la universidad. Vivíamos casi sin dinero, así que muchas veces había que dejar la libreta electoral en el bar porque no alcanzaba el dinero para pagar. Hoy parece solo una anécdota, pero era como dejar la vida. No podías andar indocumentado. Podías ser un desaparecido más, y aunque nadie lo dijera abiertamente, lo sabíamos.
POEMA CURSI PARA LO YA SIDO (fragmento)
Montserrat Álvarez
Y estas calles, decía, al cabo de las últimas aceras
de pálido cemento melancólico,
comienzan a borrarse, pierden o difuminan
sus contornos, se vuelven
espectrales, semejantes
al momento en el cual comienza un sueño
Su ser quimérico -el de todos
los sueños y el de Lima-
se revela, si persiste un rincón de lucidez,
por un detalle poco razonable
o en desacuerdo con lo verosímil
A veces es un quiosco en medio de un desierto
deshabitado y evidentemente
prehumano, cuyo vacío
niega toda función a ese vestigio
por completo social y antropomorfo
Y de pronto, como si lo real, según decía,
se despidiera delicadamente, siniestramente,
promisoriamente,
anunciando algo nuevo, deseable e inquietante,
el lugar del terror y la esperanza,
que es lo desconocido e imprevisible,
la zona de lo sólo presentido, de pronto, les decía
-y entonces en el aire lo bello y lo espantoso se confunden-,
se extinguen estos últimos vestigios como huellas
dejadas en la arena de lo mudo, de lo que no fue nunca, cual si dispersas
por una brisa oceánica / es entonces
cuando aparece el mar
Asunción, Paraguay, miércoles 20 de septiembre de 2006, 9:00 p.m.