Bombardeos aéreos

La verdad de la naturaleza

En el marco de los combates y enfrentamientos entre la Fuerza Pública y las guerrillas, el Ejército colombiano junto con la Fuerza Aérea, han llevado a cabo múltiples bombardeos aéreos, en su mayoría en zonas de alta biodiversidad donde se repliegan los grupos armados insurgentes. Esto ha causado graves impactos en los ecosistemas, cuya magnitud se desconoce. 

No se sabe cuántos explosivos se han detonado en las zonas rurales colombianas, sin embargo, se estima que un sólo evento puede llegar a impactar hasta 8 hectáreas de suelo, bosque y aguas, provocando una amplia devastación, y con ello, la muerte y destrucción del hábitat para muchas especies. Los efectos del estruendo y el terror provocado por el fuego, así como el sufrimiento por las heridas causadas, es conocido en humanos, no así en otros seres vivos. Además, los contenidos químicos de estos artefactos, son altamente contaminantes

Las dinámicas de confrontación entre las guerrillas y el Ejército Nacional atravesaron diferentes momentos, definidos, entre otras cosas, por las tecnologías de guerra utilizadas. Si bien los combates con armas y explosivos, desde la década de los 60, dejaron importantes secuelas en diferentes zonas del país, fue a partir de la década de los 90 cuando se instauró el uso sistemático de bombas por parte del Ejército Nacional. Desde el año 2000 y en el marco de la política de seguridad democrática (2002–2006; 2006–2010), se fortalecieron los ataques con artefactos especializados como las aeronaves con visión nocturna (Verdad abierta, 2015).

En este mapa se recogen algunos de los episodios de bombardeos registrados entre 1988 y 2015. Datos integrados del Centro Nacional de Memoria Histórica CNMH y la Universidad del Valle.

«Yo considero que los bombardeos son una afectación al medio ambiente, porque disparar de un avión una bomba que causa un cráter de siete metros de ancho por cinco, seis de profundidad, eso es una afectación al medio ambiente», dijo a la Comisión un campesino de La Uribe, Meta. «Ahí se está destruyendo la flora y la fauna».Campesino, víctima de estigmatización y detención arbitraria.

En diciembre de 1990, en un sólo ataque realizado por el Ejército Nacional a la guerrilla de las FARC en Casa Verde, zona rural de La Uribe, Meta, las Fuerzas Armadas arrojaron 186 bombas que causaron impactos directos e indirectos sobre los ecosistemas.

Un campesino de Chámeza, Casanare recordó «todos esos estragos que hacía, bombas y toda esa joda, pues eso sí daña siempre la naturaleza, donde cae una joda de esas, destruye» Campesino de Chámeza, víctima de desplazamiento forzado y desaparición forzada.

Foto de bosque arrasado, árboles caídos, hueco profundo en el suelo con agua con tierra arenosa. Personas recorriendo el área. Bombardeo en la vereda Villa Rica dentro del área de Asociación Campesina Ambiental Losada Guayabero, 2014 (ASCAL-G, 2021). La Macarena, Meta. En informe «Campesinado, conservación y conflicto armado» ASECADY.

Los artefactos explosivos improvisados, minas antipersona, municiones sin explotar y bombas utilizadas por los diferentes actores armados, también han contaminado el ambiente y causados daños a la naturaleza, incluso se ha victimizado a animales para cometer los crímenes. (Ver: ¡Y estalló la desconfianza!)

Fuente para la elaboración del mapa: Datos integrados del Centro Nacional de Memoria Histórica CNMH y la Universidad del Valle (1998-2015).

Foto de bosque arrasado, árboles caídos, hueco profundo en el suelo con agua con tierra arenosa. Personas recorriendo el área. Bombardeo en la vereda Villa Rica dentro del área de Asociación Campesina Ambiental Losada Guayabero, 2014 (ASCAL-G, 2021). La Macarena, Meta. En informe «Campesinado, conservación y conflicto armado» ASECADY.