En España hay cerca de 4.900.000 personas que viven solas, de las cuales más de 2.130.000 son mayores de 65 años, una cifra que tan sólo el último año 2021 ha aumentado más de un 6%. Este tipo de hogares representa más de uno de cada cuatro hogares en nuestro país. La soledad demográfica (personas que viven solas, sea por decisión personal o no) se ha convertido en una de las situaciones más extendidas y crecientes del primer cuarto del siglo XXI.

La soledad objetiva no siempre es un sentimiento negativo. Únicamente hace referencia a la falta de compañía en el hogar (también llamada soledad demográfica), o a la ausencia de una amplia red social de amistades (lo que se suele llamar aislamiento social), que no necesariamente implican una vivencia desagradable para el individuo, ya que puede ser una experiencia buscada y enriquecedora. Pero en numerosas ocasiones, principalmente en la población mayor, la soledad objetiva se acompaña de sentimientos de insatisfacción: es lo que llamamos soledad no deseada. La padecen las personas que no sólo están solas, sino que también acaban sintiéndose solas, y padeciendo malestar por ello. Un sentimiento doloroso y temido. Un ejemplo de ello es Rita; cuando su marido falleció, ella se quedó sola, enferma y encerrada en casa.


Rita tiene 82 años, y sólo es una más de los casi 1,5 millones de mujeres de más de 65 años que viven solas. Para muchas personas como Rita, el sentimiento de soledad es su única compañía. Este grupo lo forman mayores que han ido perdiendo a su parejas, su familia, sus amistades, sus contactos laborales o sus relaciones sociales. O bien que sus contactos sociales se han hecho mucho más complicados a raíz de una enfermedad.

El progresivo incremento de personas mayores que viven solas en nuestro país requiere también la adopción de medidas por parte de las administraciones públicas, dirigidas específicamente a la atención de estas realidades y a evitar posibles situaciones de vulnerabilidad y abandono. Es necesario, por tanto, realizar una radiografía precisa del alcance de la soledad de los mayores, y abrir un debate político y social en torno a esta situación para impulsar políticas de prevención y concienciar a la sociedad.

“Estoy sola y encerrada en casa porque tengo problemas para moverme”


¿Qué nos muestra el mapa de soledad en la población mayor en España?

La soledad demográfica, entendida como el número de personas que viven solas, es una situación cada vez más frecuente en las personas mayores de 65 años y que se distribuye de manera desigual por las diferentes zonas geográficas.

Una mirada general al patrón geográfico de la soledad nos muestra que es un fenómeno más frecuente en la zona noroeste del país. Las comunidades autónomas que lideran el porcentaje de hogares donde reside una única persona mayor frente al total de hogares unipersonales serían Aragón (48,4%), Galicia (48,1%), Asturias (48%), Castilla y León (47,2%) y Castilla-La Mancha (46,4%); reduciéndose notablemente en Madrid (39,7%), Canarias (37,8%), Baleares (36%) o Melilla (42%).

En el mapa veremos, con un color más azulado, las zonas que tienen un mayor porcentaje de personas mayores de 65 años. A su vez, con un color más intenso, las zonas que tienen una mayor proporción de personas viviendo solas, o de soledad demográfica.


Como vemos en el mapa, la soledad demográfica en la población mayor es un fenómeno más propio del mundo rural –incluyendo las pequeñas ciudades– que del mundo urbano. Fenómenos demográficos y sociales como la baja natalidad, el aumento de la esperanza de vida, o lo que se ha dado en llamar como "la España vaciada" son factores que contribuyen a que cada vez sea mayor el número de municipios con un número muy elevado de personas mayores que viven solas.

Sabemos que en España hay más de 240 municipios cuya población mayor de 65 años supera el 40% del total, y cuya población vive sola en un 48% de los casos. Estos municipios se concentran especialmente en la comunidad autónoma de Castilla y León (un 60% de estos casos extremos están radicados aquí), seguidas de Castilla-la Mancha (un 18,5%), Aragón (un 10%), Extremadura (4,2%) y Galicia (3,4%). Las provincias con más municipios extremadamente envejecidos y con mayor población en situación de soledad demográfica son Zamora, Salamanca, León, Ávila, Burgos, Guadalajara, Zaragoza, Cuenca y Soria.

En cambio, si nos fijamos cómo se distribuyen los 50 municipios con menores porcentajes de soledad demográfica, y que además tienen poblaciones relativamente jóvenes (con un porcentaje de población mayor inferior al 20%), vemos que la mayoría se concentran en Madrid (42%), Barcelona (20%) o Girona (18%).

La Soledad en el ámbito urbano

No obstante, en las grandes ciudades, a pesar de contar con un entorno más favorable para el trato y la interacción social, las personas también se sienten solas y aisladas. En los núcleos urbanos las personas se encuentran rodeadas de gente y cuentan con mayores recursos que fomentan el contacto y la interacción social. Sin embargo, son más frecuentes los problemas de desarraigo, de soledad, marginación y falta de comunicación. Esto incide de una manera más clara en la población mayor al no contar con relaciones sociales tan fuertes y estrechas como las que se pueden dar en las zonas rurales.

Si nos centramos en la soledad demográfica de los grandes núcleos poblacionales es claramente diferente a lo observado en el entorno rural. Una panorámica sobre la ciudad de Madrid muestra que lo que ocurre a nivel estatal se reproduce, en pequeña escala, en las grandes ciudades: así, podemos ver que existen distritos con elevada proporción de hogares unipersonales, pero con baja proporción de residentes mayores de 65 años y otros vecindarios anexos con una realidad inversa; mostrando soledades significativamente distintas en los diferentes barrios.

Un ejemplo de un tipo de soledad demográfica sería Lavapiés, un barrio de la ciudad de Madrid, ubicado en el distrito Centro de la capital. Alberga decenas de nacionalidades y numerosa población migrante. Dada esta realidad, el porcentaje de hogares unipersonales es muy elevado (46,9%) pero, al mismo tiempo, también tiene una muy baja proporción de personas mayores (10,3%). Las personas migrantes se constituyen en un colectivo especialmente vulnerable para que la soledad objetiva genere sentimiento de sufrimiento. El propio proceso migratorio está ligado a dificultades de índole cultural, social, económica que pueden generar situaciones de desamparo y soledad.

El barrio de Arguelles, en cambio, presenta una ligeramente menor proporción de hogares unipersonales (33,3%) pero una elevada proporción de residentes mayores de 65 años. En este caso, las personas mayores que viven solas, en números ocasiones, padecen un profundo sentimiento de soledad, dado que las relaciones son superficiales, los vínculos más impersonales, las enfermedades generan barreras físicas a la interacción social, se hacen menos cosas en común y se va perdiendo ese sentimiento de pertenencia a un grupo o a una comunidad.

Para profundizar en la soledad demográfica en España, así como para hacer un recorrido por los tipos de intervenciones que se realizan sobre ella, hemos generado una aplicación dinámica y un informe monográfico, accesibles en los siguientes enlaces: