Red de Huerteros Medellín
Huertas dentro del Área metropolitana del Valle de Aburrá.
Este conjunto de mapas es producto de la investigación “Prácticas comunicativas de la Agricultura Urbana en Medellín: tejido social, territorio y saberes”, desarrollada entre la Red de Huerteros Medellín, la Universidad de Antioquia, la Universidad Autónoma de Occidente y la Universidad Javeriana. Con el apoyo de la Red CATUL.
La ciudad de la eterna primavera, entre sus laderas y su clima tropical, esconde no sólo flores, sino también semillas, frutas y verduras que han sido cosechadas en huertas urbanas.
¿Qué tipo de huertas hay en Medellín? ¿Por qué hacemos huertas? ¿Donde conseguimos las semillas? ¿Cómo abonamos la tierra?
A través de esta investigación se visitaron 87 huertas y se intentó resolver estas preguntas. Estas son algunas conclusiones representadas en geodatos:
Caracterizando las huertas...
Distribución por géneros en las huertas. En un diagrama de colores y tamaños donde:
- Colores amarillos representan las huertas con más integrantes mujeres
- Colores rojos representan las huertas con más integrantes hombres
El tamaño de los circulos representa cantidad de participantes. (ver leyenda en la esquina inferior izquierda).
Algunas huertas son privadas (color verde), otras son comunitarias (color rojo), otras familiares (color azul) y otras son combinación de huertas familiares y comunitarias (color morado) o combinación de huertas familiares y privadas (color naranja).
Sostenibilidad de las huertas
¿ECO-huertas?
Actividades como el uso de productos orgánicos, la conservación de las semillas, la producción de compost, la reproducción de plantas por esquejes, entre otros, son clave en una producción enfocada en la economía circular y las prácticas amigables con el medio ambiente.
El aprovechamiento de los residuos orgánicos para la producción de abonos naturales como el compost, son prácticas que ayudan con la sostenibilidad del medio ambiente y la economía huertera. Reduce desechos al mismo tiempo que se obtienen abonos de bajo costo y alta calidad.
Iniciativas que producen su propio abono en color rojo.
Una huerta sostenible te brinda la satisfacción de consumir productos frescos, orgánicos y saludables provenientes de las plantas frutales. También puedes obtener mucha fuerza y vitalidad de las plantas aromáticas y además puedes contribuir a la conservación de las abejas con las plantas florales.
Huertas que siembran plantas para polarizadores en color rojo
"Regáleme un piecito"
La reproducción por esquejes, piecitos u semillas orgánicas garantiza una continua producción de plantas, en especial de las plantas ornamentales y las aromáticas.
Huertas que reproducen por esqueje en color rojo
Ahora... un Tour por las primeras 30 huertas
01 / 30
1
Huerta Agroarte
“Somos plantas que nacemos en territorio y nos resistimos a ser cortadas”.
Agroarte nace como una forma de resistencia frente a La Escombrera, un lugar ubicado en la Comuna 13, donde hay más de 300 cuerpos desaparecidos tras la Operación Orión (operativo militar que aconteció el 16 y 17 de octubre de 2002). Esta huerta crece en territorios cultivados por campesinos desplazados y es una apuesta por entender la siembra como un proceso de aprendizaje horizontal, donde el hip hop y el agro convergen para comprender las raíces campesinas y habitarlas, propiciando dinámicas sociales alrededor del cultivo.
2
Huerta El Guayabo
“Tenía una mirada del citadino que no siembra y no recoge: esa idea cambió”.
Alberto Aguirre llegó al barrio Santa Lucía y la memoria de sus labores y su origen campesino lo llevaron a crear la Huerta El Guayabo. Él había conocido una iniciativa de huertas urbanas que se desarrollaba en la Casa de la Cultura del barrio los Alcázares y esto lo motivó a crear un espacio que sirviera de motivación para las personas con quienes compartía su entorno. Alberto sembró plantas comestibles que poco a poco desaparecieron cuando se fue del sector. Nadie se apersonó de este proceso luego de su partida.
3
Huerta Col Mayor
“Cuando se tiene un proceso de huerta y se ve cómo crecen las plantas, se entiende todo lo que cuesta producirlas”.
Una investigación sobre el uso de hierbas en la cocina dio origen a esta huerta universitaria. Estudiantes y profesores del programa en gastronomía se unieron para conformar un semillero cuyo objetivo inicial era tener aromáticas a su disposición. Tiempo después, pasó a consolidarse como un espacio educativo, pedagógico y didáctico que propicia la sensibilización sobre el aprovechamiento de los alimentos y los desechos que resultan al cocinar. En este lugar utilizan parte de los desperdicios en el compostaje, creando un ciclo completo de aprovechamiento.
4
Huerta del Museo de Antioquia
“Esas plantas se convirtieron en una representación de las personas mismas”.
Para hacer honor a su hábitat, la idea de esta huerta nació como producto de una residencia artística y se fue consolidando con la participación de personas que tenían un proceso en el interior y el exterior del museo: Las Guerreras del Centro, Fotógrafos del Parque Botero, una estudiante de artes y una señora dedicada a su vivero, fortalecieron esta llamativa esquina verde que solía estar habitada por basura y morros de costales. Al nacer de una iniciativa artística, hubo un proceso intencionado en el que se escogieron plantas que estuvieran relacionadas con recuerdos de los participantes de la huerta.
5
Huerta de la Biblioteca la Floresta
"Este proceso fue comunitario porque la misma gente hacía ese pedido”.
El público adulto y adulto mayor propuso este espacio que nació articulado con la Red de Huerteros Medellín. En esta huerta se apuesta por la siembra de lo nativo: plantas que crezcan en el terreno y se puedan cosechar y brindar alimento a la comunidad; además, hay una búsqueda de base de “no sembrar por sembrar” como ellos mismos señalan. Por lo anterior, hay una constante articulación con temas complementarios que nutren los encuentros y permiten fortalecer el proceso comunitario.
6
Huerta Psiqué
“Nos ha enseñado a ser pacientes. Se le ha enseñado a los niños”.
Esta huerta es un proceso que nace para los niños y combina arte, psicología y siembra. Busca que sus participantes desarrollen la paciencia y entiendan cómo se recogen frutos del trabajo y la constancia. Ha generado otros procesos de aprendizaje alrededor de la buena alimentación y la conciencia ambiental: por qué son importantes las abejas, por qué ocurren ciertas cosas con las plantas, cuáles semillas son nativas y cuáles transgénicas… Y todo el proceso en torno al cuidado de la vida y el cultivo. Ahora, gracias a esta iniciativa, algunos niños siembran en sus casas.
7
AEIOU
8
El Orégano
La siembra exitosa de orégano sobre pacas digestoras fue lo que le dio nombre a esta huerta. Gracias a que la Red de Huerteros tuvo una presencia que le dio sombrilla al proyecto y con la suma de voluntades en torno a las pacas, este proceso colonizó un parque y también a la comunidad cercana que se sumó con sus residuos y su atención. Esta huerta es también un espacio en el que se han compartido conocimientos de tradición familiar y de intercambio con comunidades indígenas.
9
Mi Huerta, Huerta Comunitaria La Gabriela
“Cuando las personas dicen ‘Mi Huerta’, hay una apropiación y sentido de pertenencia por el espacio y el proyecto”.
‘Mi Huerta’ nace en un terreno desyerbado y por la necesidad de fomentar la educación ambiental en niños y madres del barrio La Gabriela. Este proyecto comunitario ha propiciado el aprendizaje y la comunicación entre los miembros del sector, fortaleciendo los vínculos sociales y dando a las familias la posibilidad de cosechar alimentos frescos y sin químicos. De igual forma, este espacio ha favorecido la realización de talleres, visitas guiadas, lecturas con niños e incluso el acercamiento de otros grupos interesados en aprender de la práctica en la huerta (colegios, otros procesos de huertas, grupo de niños en situación de discapacidad, etc..).
10
Huerta Blanca Lucia
A Blanca siempre le gustaron las plantas. Su origen campesino la motivó a sembrar en la ciudad, comenzando con novios, rosas, orquídeas y cuernos, y posteriormente sumó hortalizas. El esposo también participa: cuando aprende algo en la televisión, se lo comparte a Blanca y ambos procuran aplicarlo. Lo que solía ser una manga en un lugar muy campestre, se convirtió en una huerta familiar a la que los curiosos también se asoman y buscan aprender.
11
El Huerto de la UVA
“la cara visible del relacionamiento institucional”
12
Huerta de Corinven
Lo que era antes un basurero, se ha transformado en la “huerta de Corinven”. En ella, a través de la reutilización del abono de las Pacas, se posibilita la producción de alimentos. Este proyecto se transformó también en un proceso con fines pedagógicos enfocado especialmente en el cuidado de los suelos y la recuperación de estos por medio de la producción de biomasa. Es así como este espacio, que antaño estaba abandonado, se ha convertido no solo en un lugar más amigable para el medio ambiente, sino también en una fuente de empleo.
13
Huerta Ferney Caro
“La siembra es también un espacio de terapia, para meditar un poco”.
Ferney Caro es la persona que le da vida a esta huerta que usa la orina y el compost como fertilizante. Este espacio vio nacer variadas plántulas como la lechuga, el repollo y el ají y se consolidó como la única huerta del barrio. Debido al intensivo cuidado que implicaban las plántulas mencionadas, Ferney decidió buscar otras que fueran más acordes con el clima de Medellín, por lo que ahora siembra Cannabis e incluso se interesa por llevarlo al comercio a través de ungüentos medicinales.
14
La Huerta
“A la huerta no se va solamente a sembrar, se va a transformar”.
A través de una convocatoria de voz a voz, han llegado personas de todas las edades a esta huerta que se concibe desde un comienzo como un espacio didáctico, articulado al Parque Biblioteca de Belén. Este sitio se ha consolidado como un espacio no solo para la siembra, sino también para la práctica y la experimentación donde, además, se ofrecen visitas guiadas para el público.
15
Eco Huertas Urbanas San Joaquín Bolivariana
Dos vecinos con un gusto en común por las plantas comenzaron con este proyecto en el momento en que cruzaron sus caminos, justo como se cruzaron los nombres de sus barrios de residencia a la hora de nombrar la huerta que más tarde abrieron con ayuda de familiares y conocidos. En ella hay espacio para el lombricultivo, una amplia gama de plantas ornamentales y comestibles, así como para las arvenses y demás vegetación.
16
Mi nuevo Renacer
“La apariencia ha mejorado mucho el espacio. Es más ordenado, más verde y más agradable a la vista”.
La familia fundadora de esta huerta nutre con ella su canasta familiar. Sus miembros se vieron incentivados a iniciar este proyecto por el programa de huertas para favorecer la soberanía alimentaria, de la unidad de víctimas del municipio de Medellín. Por medio de un cercano acompañamiento y de un constante ofrecimiento de insumos, la unidad de víctimas se asegura de mantener a todos sus huerteros con bienestar y trabajo.
17
Huerta Zúñiga
“Es trabajo informal, la idea es jardinear un rato, pero no hay metas”.
Impulsada por el deseo de mantener un lugar amplio en donde sembrar sus plantas, Laura Rubio, junto con un grupo de amigos, decidió darle uso a un terreno abandonado y crear esta huerta cercana a la quebrada Zúñiga. Ellos dicen no tener límites en cuanto a lo que allí se siembra, siempre y cuando requiera de un mantenimiento moderado.
Este es un espacio que llama la atención, no sólo de los insectos atraídos por los cultivos y plantaciones, sino también de los transeúntes, quienes, curiosos, se acercan a admirar la huerta.
18
Entre semillas mi Huerta a la Vuelta
Lo que surgió hace veinte años como un grupo conformado por madres solteras y viudas, es hoy una corporación en la que dichas mujeres han encontrado, más allá de un espacio para el cultivo y la plantación, una manera de cubrir sus necesidades económicas, de educación o de un apoyo psicológico. Impulsadas por Ruta N y a través del proyecto Jornadas de vida, siembran las plantas que crecen con mayor rapidez y aseguran así una mayor producción.
19
Ecohuerta Castelo
“El espacio está enfocado en las pacas, las plantas que existen son perennes de bajo mantenimiento”.
El jardín del edificio que ahora sirve como huerta, era antes un espacio de poca vegetación. Gracias a la persistencia de Clara y Jorge (residentes del edificio) por darle un uso responsable a los desechos orgánicos, dicho espacio se vio transformado, bajo el consentimiento de sus vecinos, en un lugar de siembra de distintas especies que varían entre plantas ornamentales, aromáticas y frutales.
20
Huerta de la casa de la Cultura Popular - Red Catul
Reúne a personas interesadas en aprender sobre distintas temáticas que giran alrededor del cultivo y la siembra, tales como los procesos de abono, el control natural de plagas, el uso de las plantas en la medicina tradicional, entre otros. La casa de la Cultura Popular brinda, en su huerta, un escenario para la difusión del conocimiento agrícola. Además, realiza salidas de campo que les permiten adentrarse aún más en los procesos de la siembra y cuidado de plantaciones.
21
Jardín de Santa
“Fue la iniciativa para no dejarse ganar de la violencia”.
Reúne a personas interesadas en aprender sobre distintas temáticas que giran alrededor del cultivo y la siembra, tales como los procesos de abono, el control natural de plagas, el uso de las plantas en la medicina tradicional, entre otros. La casa de la Cultura Popular brinda, en su huerta, un escenario para la difusión del conocimiento agrícola. Además, realiza salidas de campo que les permiten adentrarse aún más en los procesos de la siembra y cuidado de plantaciones.
22
El tertuliadero
“Cuando nosotros empezamos, la RHM no existía”.
Franz y Claudia, los huerteros de “El tertuliadero”, cuentan con años de tradición familiar que le dan a este espacio una especie de sabiduría ancestral. Su origen data de varios años atrás e incluso, de continentes distintos: Franz es alemán y en su país, debido a la crudeza del invierno, su familia se debía asegurar alguna manera de obtener los alimentos durante las temporadas más frías. El nombre del espacio hace alusión al chismorreo y a los espacios de discusión producidos en el local de tintos (café negro) que la mamá de Claudia montó en su hogar en 1989.
23
Ecohuerto Cerros del Escorial
Con el fin de concienciar respecto a la proveniencia de ciertos alimentos y con la intención de independizar a la comunidad de los supermercados y demás tiendas alimenticias, esta huerta, homónima a la urbanización en la que se ubica, se gesta en un espacio que anteriormente estaba repleto de basura y sin tener mayor uso por parte de la comunidad. La huerta no sólo le ha brindado a los habitantes de Cerros del Escorial una fuente de alimento, sino que también les ha dado mayor conciencia sobre el reciclaje y la separación de residuos.
24
Mi sueño alcanzado
“La necesidad, el recordar el campo, porque allá se tenía de todo”.
“La necesidad, el recordar el campo, porque allá se tenía de todo”
Desplazadas de Medellín, de Tierralta Alto Sinú y de Juan José Córdoba, a Berta y su hija Paola les fue asignada esta huerta por la Unidad de Víctimas de Medellín. Para ellas, la obtención de este espacio significa la posibilidad de tener una mejor vida y una oportunidad para dejar atrás el pasado: de allí que le hayan dado el nombre de “Mi sueño alcanzado”. Entre sus cultivos de plátano, yuca, ñame y batata, Berta y Paola han logrado salir adelante y desligarse de su tormentoso pasado a través de esta huerta que les sirve, además, para el autoconsumo.
25
Prontoalivio
“Si tengo algún problema o estoy triste, me voy a llorar a la huerta”.
Para Maria Nelly Vásquez esta huerta ha significado una ayuda considerable en su proceso de reacomodación tras haber sido desplazada. Al estar acostumbrada a trabajar la tierra y a sembrar café en su antigua huerta, esta nueva no ha resultado ser un desafío mayor, a pesar de lo reacia que se mostró en un principio para aceptar liderarla. Ahora tiene esta responsabilidad e incluso se muestra abierta a resolver inquietudes de quienes vienen a ella a pedirle ayuda.
26
Sueños felices
“Los estudiantes son el porvenir de esta ciudad”.
El seminario de agroecología, que reúne entre diez y quince estudiantes aproximadamente, se presenta como un espacio para el aprendizaje y para el cultivo del conocimiento agrícola en los colegios de la ciudad. Este seminario busca impulsar el proyecto de huertas urbanas en Medellín, tornando así al área metropolitana en un espacio más amigable para la ecología.
27
Huerta de Marcela y Henry
Lo que solía ser un espacio vacío y dispuesto para extender ropa, resultó convertido en esta huerta que nació y creció gracias a la práctica y la obtención de información por internet. Marcela y Henry le dan vida a este lugar que les brinda alimento y contribuye con una alimentación más sana y consciente.
28
Huerta Mandala
“Ver el verde, comer sano y estar en contacto con la naturaleza”.
Esta huerta en forma de mandala, no sigue dicha figura de manera gratuita. Un mandala es un cúmulo de figuras geométricas que tiene un sentido espiritual para algunas culturas. Esta huerta fue construida de esta manera con el objetivo de que las plantas ubicadas en el centro recibieran más energía, puesto que eran las que implicaban más cuidado. Sandra, María Claudia y Dora son las mujeres que emprendieron este proyecto pensando sobre todo en comer sano y en conectarse con la naturaleza; ahora tienen también lombricultivo y custodian semillas.
29
Aula Ambiental Plaza de Mercado La América
Un estimado de entre 100 y 120 especies se conservan en este espacio que da muestra de una amplia agrobiodiversidad. Esta Aula Ambiental cuenta con varias técnicas de elaboración de abono, tiene un trabajo de plantulación propio, cosecha de agua lluvia, paneles solares y un mariposario, donde si bien hay unas estrictas normas que restringen el contacto con dichas especies por parte del público, los visitantes pueden acercarse y observar, desde una distancia discreta, toda la vida que habita en el aula de esta plaza.
30
Huerta de Javier Franco y Juanita
“Uno ve la casa y piensa que esa casa está viva”.
Gracias a las enseñanzas e incentivos de sus maestros, Javier, un antiguo estudiante de gastronomía del SENA, decide un día utilizar la tierra para obtener comida orgánica. Junto a su hija, Juanita, lleva una huerta que le ha servido para explotar sus conocimientos y para descubrir, aún más, su particular fijación por la siembra y la preparación de alimentos. Tanto así, que lleva un cuaderno de recetas propias y ha participado en masterchef en dos ocasiones.
Continuemos nuestro tour por las siguientes 30 huertas:
01 / 30
1
Huerta ACJ
Lo que empezó como un proyecto de quince personas, terminó siendo tan solo de una. Lina Berrío comenzó con la siembra de esta huerta ubicada en una terraza, gracias a las donaciones de árboles y plantas por parte del Área Metropolitana, pero su partida fue el principio de una serie de deserciones que dejaron a Yohan Andrés Arboleda como único participante de este proyecto. Él, a pesar de las complejidades, logró preservar la huerta con la ayuda de la Red de Huerteros Medellín y contó, después de todo, con compañía para las plantaciones.
2
Escuela el Socorro
“La idea es que sea una huerta sostenible en el tiempo”.
La huerta surge como una distracción para los niños frente a la violencia intrafamiliar que se vive en sus hogares. Al no contar con un restaurante o cafetería, los involucrados en la enseñanza de la siembra ven incluso más útil este proceso para la vida de los niños, quienes, de aprender a cultivar sus propios alimentos en la misma escuela, se verían beneficiados a futuro. Esperando un mayor apoyo por parte de los padres de los niños que asisten a esta escuela, se busca imprimir una huella en la vida de estos pequeños.
3
Huerta comunitaria Alcázares
“Pasamos de hablar de recursos físicos a hablar de ideas, valores, emociones. Sigue siendo un reto”.
Gracias a unos talleres impulsados por la casa de la cultura, los vecinos de la comunidad del barrio Los Alcázares se vieron interesados en la creación de huertas. Allí no sólo se da pie a la apertura de un espacio para la familiarización con las prácticas de siembra, sino que también se hace una apuesta en la que se prioriza la relación de la comunidad como un todo, permitiendo que el compañerismo y las ansias colectivas de aprender se vean reflejadas en los espacios diseñados para la huerta.
4
Huerta de Rocina, Óscar y Ofelia
Entre el gusto por las plantas, las ganas de embellecer la casa y de aprovechar los beneficios de la siembra, esta huerta nace gracias al trabajo en equipo de María Rocina, Óscar y Ofelia Córdoba. Esta huerta, según sus miembros, es un espacio donde rebosa el amor y admiración por las plantas y ha sido de aprovechamiento diverso para sus propietarias.
5
Huerta de Yanuba
“Hay niños muy inquietos que se destacan en la huerta; aquí pueden ser más dinámicos, aquí son más felices".
Los niños son seres curiosos que necesitan dinamismo y actividades didácticas en los entornos escolares. Muchas veces la enseñanza de conceptos teóricos sobre las ciencias puede ser compleja, sobre todo cuando se les dificulta mantenerse concentrados en el salón de clase. Es así como nace la huerta de esta escuela, un espacio donde se ha generado una transversalidad con la cual los niños aprenden, se entretienen y se divierten. La estrategia también ha inculcado valores y una cultura de cuidado en todos sus participantes.
6
Huerta de María Guillermina
“Para mi las plantas son muy importantes, me quitan la tristeza y el estrés”.
Para Maria Guillermina Gallón era muy importante no olvidar sus orígenes campesinos: saber de dónde viene lo que se come, tomar una planta medicinal cada que tiene una molestia... Y por esta razón, tras mudarse a la ciudad, creó su propia huerta y empezó a sembrar: lo hace por salud y de modo terapéutico. Las plantas son muy importantes para esta mujer que se sorprende gratamente al ver que personas jóvenes también tienen un interés en los cultivos y en una alimentación sana. Se motiva con su vecina, con quien coopera para tener una mejor huerta.
7
Hospital mental
“Es un proyecto a nivel de terapia ocupacional”.
Si bien son muchos los usos que se le dan a las plantas y a la vegetación, uno de los menos conocidos es el terapéutico. Y es precisamente este el motivo detrás de la existencia de la huerta del Hospital Mental, donde los mismos pacientes impulsaron la iniciativa en busca de un espacio más agradable para la vista, transformando el sitio en el que solían arrojar escombros y basuras.
8
Eco Huerta - Campus Vivo
“La agricultura como el pretexto para la sensibilización ambiental”.
Este proyecto nace en la Universidad de Medellín y se le da inicio con tres personas capacitadas en prácticas regenerativas y agricultura orgánica en 2015. La huerta contó con un diseño hidrológico y criterio permacultural, con 500 metros cuadrados de área efectiva de siembra, y hoy hace parte de un sistema universitario de gestión de la sostenibilidad. Ahora su intención es integrar a la comunidad para ayudar con la disminución de la presencia de desechos.
9
JIBC Versalles
“Para que reflexionen que es fácil sembrar lo que se consume”.
Aunque surgió como un proyecto de línea institucional, se convirtió pronto en un proceso entusiasta y con disposición para aprender a través de capacitaciones y talleres. Así, aunque la huerta nace por un lineamiento específico, se mantiene gracias al entusiasmo de quienes la cuidan, que además procuran inculcar en los niños y jóvenes de la comunidad el sentido del cuidado y el esmero para mantener esta huerta de la que todos pueden beneficiarse.
10
JUMEGAS
Cuando desde niños contamos con una formación donde se inculca la importancia y cuidado de las plantas, es bastante factible que crezcamos con ideas que se encaminen en pro de las mismas. Eso le pasó a Juan Diego, quien, en compañía de María Eugenia, ha potenciado una huerta previamente existente. Desde sus gustos particulares y con el objetivo de enriquecer este espacio, han tenido en sus tierras flores, plantas aromáticas, arvenses, etc. Les gusta la diversidad y es por esto que su formación, más allá del empirismo, también involucra cursos y talleres donde han sido partícipes como aprendices y como instructores. Esto ha generado una red de conocimiento alrededor de las plantas, cada vez más grande, donde se idean estrategias de implementación de espacios como este dentro de la ciudad, además del aprovechamiento de recursos hídricos.
11
Huerta de Jairo
“Estaba muy crecido todo, era un monte lleno de maleza, yo lo organice. Me tocó en un verano quitar todo con un azadon, se sacudia bien. Ya hay más pajaritos".
Para Don Jairo Atehortúa el trabajo en la huerta es más un gusto que un trabajo en sí. Lo que empezó como un pasatiempo ahora es incluso lo que le da la comida a su familia, pues siembra sus propios alimentos. En este lugar se siembra de todo. El esfuerzo y el conocimiento previo de don Jairo, quien viene del campo, ha permitido que haya pasado de ser un espacio lleno de maleza a una huerta organizada y cuidada donde se asoman los pájaros, lo cual es un motivo de orgullo para este hombre que además promueve el intercambio de semillas con otras huertas para engrandecer y diversificar su cultivo.
12
Huerta doña Pacha
“Queríamos un espacio que propiciara el intercambio de saberes. Pero también queríamos tener un espacio que convocara realmente a la comunidad”.
La huerta Doña Pacha nace con la ilusión de tener un espacio para intercambiar saberes y fomentar la integración de la comunidad. Poco a poco se han ido cumpliendo estos objetivos, pues se han visto involucrados jóvenes y adultos mayores que tienen un mismo interés: el cuidado de la huerta. Es un trabajo de equipo y todos hacen lo que se deba hacer de acuerdo con sus gustos y habilidades.
Además del trabajo, aquí hay espacio para la amistad, pues tienen el compromiso de compartir una bebida cada vez que acaba su jornada. Esto hace que la huerta Doña Pacha sea un lugar cómodo y ameno para quienes gustan de sembrar e intercambiar saberes relacionados con este proceso.
13
La Huerta del Hostal
“Se ha vuelto un atractivo de la casa, al que se invita para conocerlo”.
Natalia Colmenares se volvió vegetariana hace un tiempo y, por consiguiente, quiso hallar la manera de implementar en su dieta alimentos orgánicos de alta calidad que no se solían encontrar en el comercio. Fue así como empezó su propia huerta, pues cultivar su propia comida era la chispa que le había faltado mucho tiempo atrás, cuando se le vino esa idea a la cabeza por primera vez. El intercambio de conocimientos con otras personas que también tienen huertas y la formación que le brindó Ná Lu’um permitieron que su idea de huerta prosperara y que, además, le brindara una identidad propia a su hostal. Este espacio además se presta como un lugar para compartir y pasar ratos agradables y eso es muy satisfactorio para ella, pues le brinda muchas ventajas en un solo lugar.
14
Aldea Verde
“La huerta y la compostera no son un fin, son un medio para que la comunidad se comprometa, participe y genere un comportamiento nuevo, ahí está la verdadera ética ambiental".
El proyecto de huerta que empezó hace nueve años en esta comunidad es hoy un espacio que permite evitar que dos toneladas y media de residuos orgánicos lleguen a los rellenos sanitarios; eso sin contar con el reciclaje que estiman en tonelada y media y que también pararía en el mismo lugar. El apoyo que han recibido por parte de diferentes entes institucionales se ha visto reflejado en la estructura de su huerta, donde no sólo tienen una técnica que funciona de manera muy eficiente sino que han hecho un trabajo pedagógico excelente que les ha hecho sobresalir en muchas ocasiones. Su motivación va más allá de la planta, lo verde, lo tangible: el cambio en la mentalidad de quienes participan directa o indirectamente es lo que los identifica, pues su misión es generar cambios sostenibles en los comportamientos de todos para así aportar su granito de arena en la construcción de un mundo mejor.
15
Huerta Blanca Dori
“Es un espacio fresco, que transmite vida y pureza”.
En busca de un hobbie con el cual ocupar su tiempo libre, Blanca Doris Osorio acudió a la Secretaría de Medio Ambiente y a la Mesa de Medio Ambiente en búsqueda de ayuda: en principio sembró 65 árboles dentro de su comuna y de allí nació un amor incontenible por la siembra que ha transmitido a sus vecinos a través de la enseñanza del cultivo. Blanca, además, hace pedagogía sobre la importancia de preservar y cuidar estos espacios.
16
La huerta de Gedy
“Todo grano tiene una mística que hay que reconocerle”.
Comenzaron como guardianes de semillas —encargados de cuidarlas y repartirlas—, pues sentían un resquemor político y económico hacia la modificación genética de especies nativas. Luego decidieron comenzar a sembrar en un espacio del que disponían, con considerables dificultades por la calidad de la tierra y la disposición de los vecinos. Cada uno empezó un trabajo de pedagogía en torno a la seguridad alimentaria, llevando el hábito de sembrar y cosechar a sus propios hogares. Así, buscan generar conciencia en torno al carácter ancestral que cada grano guarda, y su relación con los procesos sociales que se tejen en torno a él.
17
Huerta casera de la JAC Berlín
Esta huerta nació por la iniciativa de la Junta de Acción Comunal del sector. Luego, gracias a la intervención de Ruta N y a un aporte de insumos que hizo la Alcaldía, este proyecto se hizo más productivo. Ubicada en la sede social, ahora la huerta recibe la visita de los habitantes de la zona que van en busca de un espacio recreativo o de “esta o aquella” planta. Con las capacitaciones y visitas recibidas, han ido incrementando su tecnificación y conocimiento para hacer un mejor uso de la huerta.
18
De la huerta al plato
“Es un sitio de encuentro, de aprendizaje”.
Como tantas otras huertas, esta empezó en un terreno al que todos denominaban “basurero”. Con el trabajo de entre 20 y 25 personas, vecinos todos ellos, comenzaron la huerta que habría de transformar el paisaje y la vida en el sector. Cuando el proyecto decayó, lo enfrentaron con talleres de reciclaje y cultivo de plantas aromáticas o biopreparados. Así fue como la escombrera de la urbanización se convirtió en un espacio de comunidad, de aprendizaje y, en ocasiones, para obtener ganancias que les permitiera sostenerse, como la vez en que una vecina les pidió plantar 100 suculentas para un matrimonio.
19
Labor social de Encizo
“Las semillas se acomodan y logran autoprotección”.
En el proceso de constitución de una fundación llamada “Campesinos de ciudad”, algunas iniciativas privadas se han unido para dar su apoyo a este proyecto que funciona bajo el precepto de “no comer sin recordar que hay otros que no han comido”. Esto ha permitido luchar contra las concepciones egoístas de la propiedad, pues se trata de un proceso cuyos productos y trabajo pertenecen enteramente a la comunidad, sin distinciones.
20
Manga Libre
“Visualmente, a la gente le encanta mirarla y hablar de lo que está pasando ahí, en ese cambio constante”.
La agricultura en la ciudad es el fundamento bajo el cual nace Manga Libre. Sus creadores vieron en un espacio sin utilizar, propenso a convertirse en basurero, la oportunidad de crear una huerta donde cada persona pueda sembrar lo que quiera. La creación de este espacio le ha brindado la oportunidad a numerosas personas de retomar viejos hábitos o generar nuevas prácticas, donde se da pie a la nostalgia en aquellos que vienen del campo y también a la nueva experiencia de “sembrar” para aquellos que nunca lo han hecho. La admiración por cómo se ve y el respeto por su cuidado es lo que predomina hoy sobre quienes ponen sus ojos en Manga Libre.
21
Huerta de Doña Jovita
“Para mí era como un desierto en la ciudad y ahora lo veo hermoso”.
La pasión de Doña Jovita se volvió un proyecto al cual le dio su propio nombre. Sembrar siempre ha sido la fascinación de esta mujer que también le ha dedicado su tiempo y talento a la huerta de Guayabal. Sin mayores complicaciones, Doña Jovita siembra prácticamente cualquier semilla, tiene sus propias técnicas y costumbres, pero le gusta investigar constantemente para poder conservar mucho mejor sus cultivos. Los gustos de esta señora han permeado a sus familiares, con quienes ha compartido sus aprendizajes sobre las propiedades terapéuticas de las plantas y los remedios que se pueden hacer con ellas.
22
Colectivo Tierra
“No nos quedamos solo sembrando las maticas, sino que empezamos a soñar y todo se pone más interesante”.
Este lugar es el claro ejemplo de cómo un espacio que se prestaba para la delincuencia y la acumulación de basuras puede ser el origen de un proyecto de transformación territorial y social. Los creadores de Colectivo Tierra han soñado en grande y así es como han conseguido grandes logros: no es sólo el hecho de sembrar lo que los ha mantenido a flote, son las ganas de materializar un aula agroecológica, un sendero agroecológico y ahora un “vivero comestible” que sea útil para la soberanía alimentaria de las 52 familias que habitan en los albergues cercanos a este lugar. Además, por medio de este proyecto se ha brindado inclusión a personas en situación de calle y a jóvenes relacionados con microtráfico, de forma que se ha notado un cambio en toda la comunidad y en este lugar que ahora luce muy diferente en comparación con el terreno baldío que solía ser.
23
Colegio La Independencia
“Nos fuimos encariñando. Lo que nos mantiene ahí es el cariño que le tenemos".
Un entorno escolar poco se asocia con el campo o la agricultura. Desde las aulas de clase, los niños y jóvenes no suelen aprender del ciclo del agua o el compost más que en tareas efímeras y pequeños proyectos que terminan rezagados o deshechos en cuestión de semanas. Pero la iniciativa de un docente en el Colegio La Independencia y la colaboración de toda una red de profesores que vieron en este proyecto la oportunidad de generar una tarea interdisciplinar con un impacto real en los alumnos, ha permitido que varios no lo vean como un compromiso tedioso y aburrido sino que tengan un interés genuino en el mismo, gracias a la libertad que ellos mismos tienen en su “espacio” para sembrar y embellecerlo como a ellos les plazca. Sin lugar a dudas, supieron hacer de la huerta un proyecto integral con un impacto verdadero en la vida de muchos.
24
Huerta La Colina
“¿Qué es lo que yo admiro? Que acá no los estamos obligando. No le decimos a la gente que le vamos a cobrar si no separan. Todo ha sido a conciencia".
La comunidad de La Colina ha logrado consolidar una huerta bien estructurada y colaborativa, donde el liderazgo de algunos ha permitido que los conocimientos sobre residuos orgánicos, manejo de desechos y compostaje lleguen a muchas personas y asimismo genere una conciencia plena sobre por qué estos lugares tienen tanta importancia sobre todo en espacios urbanos. El trabajo cooperativo aquí se ve reflejado, aquel que lleva sus residuos orgánicos, el que lleva las semillas que tenía guardadas o quien se encarga de organizar el trabajo pedagógico que se debe realizar, hacen que hoy en día sea un lugar bonito, próspero, al servicio de todos y que sea llamado el pulmón verde del barrio.
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Colectivo Tierra
“Los niños necesitan otra motivación, que aprendan a cultivar y preparar sus alimentos”.
Con la intención de hacer de este un proyecto de comuna, Aracelly y Hernán comenzaron a implementar y a asesorar a diversas instituciones educativas para montar sus propias huertas. Enfrentados a dificultades como la falta de espacio y de voluntad, han buscado brindarles a los niños de la comunidad una oportunidad para olvidar el estrés y la ansiedad a la que muchos de ellos están constantemente sometidos en sus hogares. Así, de paso, aprenden y contribuyen a un proyecto comunitario.
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Aula Ambiental de Belén
“Para entrar acá se necesita el desinterés del dinero y el amor a la naturaleza”.
Desde el momento en que un pequeño grupo pidió al municipio que le destinara un predio en calidad de comodato, cuando era una escombrera, hasta hoy, cuando se ha convertido en una huerta, han ocurrido muchos cambios. Este grupo de pensionados realiza sus labores por pura vocación y amor a la naturaleza, sin perseguir ningún tipo de rédito económico. Además, enseñan a los niños, cada que tienen la oportunidad, cómo sembrar sus propias huertas y cuáles son los beneficios derivados de hacerlo.
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Huerta Diana Acevedo COAS
Todo espacio vacío puede producir. Ese es el lema con el que Javier y Diana han mantenido una huerta en la que han sembrado de todo, tratando de priorizar siempre el autoconsumo pero valiéndose de los excedentes para obtener algo de mercado cuando conviene. Ahora es un lugar bonito que Javier disfruta de mostrar a los visitantes. A través de la huerta han podido compartir e intercambiar saberes, experimentar, aprender y maravillarse.
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Espacio Vital
“La diversidad es lo que apoya o fortalece un ecosistema”.
Javier Cardona ha levantado este proyecto prácticamente en soledad, “por pura goma” en principio, como él mismo dice, cuando de un proceso de compostaje salieron unos tomates espectaculares. Aunque sin duda la huerta no puede suplir la demanda alimenticia de un hogar convencional, lo que esta produce ahorra un dinero, permite un compromiso reconfortante, y aporta su grano de arena a la lucha contra el cambio climático, aunque deba lidiar, ocasionalmente, con un par de vecinos cascarrabias.
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Huerta Comunitaria Biblioteca Sueños de Papel
“No se trata sólo de sembrar, sino que alrededor de la siembra hay otras cosas”.
Aunque el nombre pueda engañar al incauto, la huerta de la que aquí hablamos en realidad existió antes que la biblioteca. Una vez se fundó esta última, el proyecto de la huerta se le integró, recogiendo así los esfuerzos de una comunidad por lograr la sostenibilidad alimentaria para algunos de sus miembros más vulnerables. Doña Estela, famosa en la comunidad, es quien mantiene vivo el proyecto, esmerándose en recordar todo aquello que los demás olvidan, procurando enseñar y señalar todo aquello que trasciende al hecho mismo de sembrar.
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Institución Educativa Navarra
“Podemos crear huertas para ayudar a la población humana".
Nancy Ortega, madre de familia, y el profesor de ciencias naturales de la institución, fueron quienes impulsaron inicialmente la idea de montar su propia huerta en el colegio. Hoy, contribuyen a ella alrededor de 200 personas, con estudiantes de preescolar hasta once, a través de técnicas que han ido refinándose, transformando espacios donde se acumulaban desechos en un espacio al que se consagra un gran número de personas, y del que muchos toman abonos o pequeños insumos para hacer huertas en sus propias casas, incentivando así ideas relativas al cuidado del medio ambiente y la soberanía alimentaria.
El tour continua por 27 huertas más!
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Huerta Rodolfo Montes
“Para nosotros esto ha sido una academia”.
Unas cuantas canastas, tierra, abono y semillas bastaron para impulsar a esta comunidad a vincularse al proyecto de Ecohuertas. Hoy, su huerta casera sirve para inculcar en los más pequeños de la comunidad la valoración del campo y de quienes lo trabajan; el origen de los alimentos que consumimos y la dignidad que subyace en el trabajo de quienes así lo permiten. En su huerta se permiten experimentar y, claro, nutren su cocina.
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Ecohuerta Florencia
“Los ancestros son los que le enseñan a uno a cuidar las maticas”.
La intervención policial en un sector del barrio donde, tras un árbol, solían esconderse algunos jóvenes expendedores y consumidores de sustancias ilícitas, que llevó a la tala del árbol, fue el impulso final necesario para el nacimiento de esta huerta, cuando la policía respondió a las quejas de la comunidad sembrando otros 10 árboles. A partir de entonces, el espacio creció, adquirió un nombre y dolientes, y comenzó a articularse con otros espacios de ciudad que hoy le permiten producir para su comunidad.
3
Huerta Róbinson Valencia
“Yo siembro por tradición familiar”.
Su abuela tuvo una huerta antes que él. Después, su padre le inculcó el amor por sembrar, y lo que fue un jardín ornamental en su casa acabó por convertirse en una huerta capaz de producir cebollas, lechuga, limoncillo, etc. Así, Robinson Valencia ha hecho de su huerta un proyecto permanente, al que de buena gana se han integrado ocasionalmente algunos vecinos. Así, no solamente se ha transformado el barrio, sino que muchos niños han podido acercarse a una vida y un entorno que de otro modo rara vez visitarían.
4
La Huerta de Los Dos
“Antes era un espacio vacío, no le poníamos cuidado”.
Un día, antes de la existencia de esta huerta, a Ana Teresa de Jesús le preguntaron cómo se alimentaba. Cuando dio su respuesta, que incluía arroz, panela y arepas, le dijeron que no se estaban alimentando bien. De ahí, la propia Alcaldía impulsó el establecimiento de la huerta, al enseñarles y proporcionarles insumos. Con esto, han alcanzado la sostenibilidad y han podido, incluso, ayudar a algunos familiares.
5
Huerta Leonel
“Ojalá todos tuviéramos una huerta”.
En el marco del Plan de Manejo Integral de Residuos Orgánicos, algunos habitantes de esta urbanización deciden iniciar un proyecto de minihuertas, a cada una de las cuales se le asigna un responsable. De existencia paralela a la gran huerta de la comunidad, esto les ha permitido profundizar en la relación con los cultivos orgánicos, con los sabores y posibilidades de una huerta propia, aunque esta, por sus condiciones, no pueda suplir todas las necesidades de una canasta familiar.
6
Colectivo de huerteros
“A veces uno no tiene con qué comprar y con la huerta se ayuda”.
Muchos de los que dieron forma a este proyecto llegaron a la zona desplazados de algún otro lugar, obligados a volver a empezar, a buscar una forma apropiada de adaptarse y sobrevivir. Aunque en principio intentaron con un vivero, este desapareció de la noche a la mañana. Entonces surgió la idea de una huerta comunitaria, y con la solidaridad y dedicación de quienes dieron inicio al proceso, la huerta logra producir y dar sustento a una parte de la comunidad.
7
Cerro Los Valores
“Pasamos de estar en una esquina a estar aquí en la huerta”.
Esta es una huerta fundada en principio por un grupo de desmovilizados en el año 2004. Aunque de los 60 desmovilizados originales hoy queda menos de una decena, la contribución de la comunidad ha permitido que el proyecto crezca y produzca para la alimentación de quienes se encargan de él. Con esto, han buscado promover en la comunidad la cimentación de valores, lo que adquiere un significado especial en relación con el proceso de desmovilización. De ahí, precisamente, viene su nombre.
8
Huerta Miguel de Aguinaga
“El propósito era sembrar para poder comer”.
Como un proyecto barrial nació esta huerta que, en el camino, ha tenido que enfrentarse a toda clase de dificultades: robos en sus cultivos, carencia de insumos y de recursos, escasa voluntad de los participantes, poca apropiación del espacio, zarigüeyas que se comen las lombrices, etc. Sin embargo, con perseverancia han logrado obtener recursos de la Unión Europea y consolidar su espacio para que produzca lo suficiente como para que la comunidad consuma de sus frutos. Es un proyecto fundado en la solidaridad.
9
Free Butterfly
“Fomenta el espíritu y el pensamiento científico”.
Para responder a un mandato del Ministerio de Educación, esta huerta escolar nace con dos objetivos primordiales: el desarrollo del pensamiento científico asociado al cultivo, reconocimiento de las especies que habitan o se cultivan en este espacio y en el mariposario del que también disponen, y además producir para el autoconsumo, pues de dicha huerta salen incluso algunos suministros para la enfermería escolar.
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Huerta Amanecer
“Relajar, bajar el estrés, hacer contacto con la tierra”.
A través de este espacio algunos pacientes diagnosticados con algún tipo de trastorno mental, han tenido la oportunidad de dedicarse al cuidado y disfrute de la siembra y cosecha de algunos productos orgánicos que luego son distribuidos entre ellos mismos, para su consumo. Esto contribuye al mejoramiento de su calidad de vida, y ha transformado el espacio que habitan u ocupan con frecuencia, permitiéndoles aprender e interactuar.
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Jakafat, Putchipuü, Raíces, Siembra
“El aprendizaje de las lenguas tiene que ver con el crecimiento de las plantas”.
Un grupo de profesores que trabajan en las Cátedras UdeA Diversa, comenzó a dar forma a un pequeño proyecto de huerta en las instalaciones de la universidad, entendiéndolo como un espacio pedagógico en el que es posible desarrollar el respeto hacia las culturas, la tierra y la diversidad cultural. Aunque no cuentan con el apoyo de la administración para mantener su espacio, la comunidad legitima el mismo y ha ayudado a que crezca y se mantenga.
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Huerta Familiar Marleny Machado
“Me parece muy agradable subir y ver mis maticas”.
Esta huerta toma el nombre que lleva de su fundadora, que tomó la decisión de usar un espacio propio para empezar a sembrar algunas semillas. Aunque en principio generó algunas actitudes reacias, el proceso de ver crecer y dar fruto a las plantas tras un largo camino de cuidados, ha acabado por consolidar el compromiso familiar con la huerta, donde su fundadora ha podido aplicar y recordar lo aprendido en el pueblo del que proviene: Urrao.
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Ecohuerta Navarra
“Es un pulmoncito, antes era un basurero”.
La comunidad del barrio Navarra, que da nombre a la huerta, se embarcó en la aventura de este proyecto de economía solidaria, inspirados por la necesidad de alimentarse mejor y enseñar a sus hijos a hacerlo desde chicos, con vegetales y frutas de cultivo propio. Han recibido el apoyo de algunas iniciativas privadas para tecnificar su proyecto, lo que les ha permitido crecer y mantenerse.
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Huerta Agroecológica del Limonar
“La huerta ha sido un repelente contra esos agentes tóxicos y violentos”.
Con más de 28 años de existencia a sus espaldas, esta huerta ha acogido muchas historias que se entretejen con la suya. Inicialmente fundada por algunas madres desplazadas del conflicto que fueron a asentarse allí, hoy se ocupan de ella muchos jóvenes que nacieron y se criaron allí, y que han visto los procesos productivos de la huerta, pensados para producir y alimentar a esas familias, crecer y refinarse a medida que aprenden e interactúan con otros proyectos.
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El Solar de Aranjuez
“Es un sistema productivo familiar en el que todos aportamos”.
La existencia de esta huerta depende de la dedicación de las 16 personas, entre adultos y niños, que habitan el hogar en el que fue construida. La idea parte de dos necesidades: por un lado de la preocupación familiar por brindarle un espacio a los cinco niños de la familia en el que pudieran desarrollar sus vínculos con la vida y la naturaleza. Por otro lado, de la intención que se propuso Natalia para su trabajo de grado como bióloga, de demostrar que en la ciudad se podía crear un sistema productivo complejo y sostenible.
16
Huerta Estelar
Donde antes había un basurero, espacio poco frecuentado y hasta evitado dentro de una institución educativa, se inició un proceso de construcción de huerta que ha permitido a la comunidad educativa apropiarse del espacio y desarrollar sentido de pertenencia hacia el mismo, para aprender y enseñar a través del vivero municipal, y ha hecho a los estudiantes establecer una relación distinta con los seres vivos que habitan la zona, formándolos en soberanía alimentaria, economía circular y permacultura.
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Huerta Selvita
Cuando Paula Restrepo llegó a vivir a su nueva casa, encontró que tenía un jardín con plantas ornamentales y solo una aromática, un grandioso prontoalivio. Lo primero que sembró fue un romero, luego una ruda y así continuó incorporando algunas veces verduras, otras atractores de mariposas y diversos polinizadores, hasta convertirlo en una selvática huerta-jardín. Su intención ha sido más aprender de la huerta que convertirla en un lugar productivo, aunque ella le da permanentemente sabores y olores a sus recetas.
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La huerta de mi mamá
Paula Restrepo, tras un tiempo escuchando sobre prácticas alimenticias “limpias” u orgánicas, y mientras pasaba un tiempo en el País Vasco, en donde se tiene un gran respeto por la agricultura y por todo el sistema de producción de alimentos, decidió incursionar en el objetivo de cultivar su propia huerta. Al volver a Colombia, y dedicada un tiempo al ensayo-error, decidió construir la “huerta de mi mamá”, apoyada por el conocimiento fue adquiriendo de la RHM, y por el entusiasmo de su madre.
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Cultivando Ilusión
El nombre de esta huerta cuenta, por sí mismo, una historia: una familia que perdió a uno de sus miembros y, tras el arduo y doloroso proceso de llevar su condición de víctimas, encontraron en el proyecto de una huerta para su hogar la motivación necesaria para dedicarse al cuidado y conservación de este espacio, que hoy les brinda la enorme satisfacción de ver los frutos de su propio trabajo surgir de la tierra que con el apoyo de Presupuesto Participativo pudieron sembrar.
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Casa de la Cultura Santander
“El mero hecho de estar en la huerta exige estar buscando soluciones”.
Con la idea de mejorar la calidad de lo que consumen y obtenerlo por cuenta propia, esta comunidad construye su propia huerta, persiguiendo el objetivo de evitar el uso de semillas transgénicas o alteradas, y optando por hacer uso de las que son capaces de obtener por cuenta propia, a través de procesos aprendidos de otras experiencias. Aunque se vieron obligados a desmantelar su huerta y volver a construirla, la iniciativa renació y se mantiene.
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Huerta Colores Renaciendo
En la unidad residencial Colores de Calazanía, Elizabeth Ocampo convocó a sus vecinos para crear una huerta comunitaria de la que todos fuesen responsables, y que aportara su granito a la consecución de la seguridad alimentaria, sin hacer uso de químicos, y para el consumo mismo de la comunidad. Así, han hecho de ese espacio una construcción colectiva, y han aprendido de otras experiencias de ciudad para mejorar la propia.
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La huerta de El Exploratorio
Esta huerta comienza a formarse en el Parque Explora desde el año 2012, con el fin de abrir una línea de formación e inspiración para comunidades vulnerables. Para educar en torno a la construcción y manutención de huertas propias, autosostenibles y eficientes, a través de las cuales sea posible, para dichas comunidades, cerrar algunas de las brechas sociales que padecen. Hoy construyen mobiliarios para huertos, tienen semilleros formativos, talleres, laboratorios y diferentes procesos para compartir conocimientos.
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Huerta de la Casa de la Música
Primero como la iniciativa de un grupo de “gomosos”, y luego como un proyecto estructurado en torno a la formación y crecimiento, esta huerta hoy cuenta con dos semilleros formativos en agricultura urbana. Uno de ellos dedicado a niños, y otro a adultos mayores. A partir de estos últimos se forma también un club, que hoy comparte sus experiencias con otros proyectos y en diversos espacios de la ciudad.
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Huerta Jaime Botero Castilla
Esta es una huerta fundada por Jaime Botero y su hijo, que pretende además responder a las necesidades de su comunidad de forma muy específica, pues siembra para el autoconsumo. Precisamente en esa idea hallan la motivación para explorar e innovar a través del semillero, aprendiendo a obtener sus propias semillas, y a cultivar más y mejor. Todo a través de la iniciativa autodidacta de quienes participan del proyecto.
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Huertas Eco Sostenibles
El grupo de investigación “Didáctica y nuevas tecnologías”, en el marco de una estrategia para la rehabilitación en salud, implementó este recurso para la formación de jóvenes con discapacidades intelectuales, procurando favorecer, a través del trabajo en la huerta, sus habilidades sociales, ocupacionales, comunicativas y académicas, con el fin de permitirles insertarse en el mercado laboral. Ahora imparten un diplomado de un semestre en dos líneas: transformación de alimentos y cuidado animal.
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Pietro Ilich Gómez Mesa
“Interiorizar la importancia que tiene cada célula en un organismo vivo”.
Esta huerta nace como un ejercicio de intervención barrial sobre un espacio público desperdiciado en el que se apretujaban generalmente bolsas de basura y desechos, y es, además de un espacio de encuentro, un ejercicio de concientización en la comunidad pues, como dice su fundador, “los árboles tienen muchos enemigos”. A través del programa “Laureles respira” buscan promover la conservación de espacios verdes, reproduciendo a pequeña escala, por ejemplo, el espacio de una selva tropical.
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Sede Social Santa Lucía
“Espacio vital porque es un espacio de vida”.
De una terraza ajada por el sol, reseca y semidesierta, a una huerta repleta de insectos, pájaros y gatos, el empuje de la junta de acción comunal y la dedicación de Javier, Alberto y Mauricio han hecho la diferencia en Santa Lucía. Ahora pueden cosechar, procesar residuos y, si todo sale bien, podrán también comercializar abono y plántulas para ser autosostenibles. Por medio de procesos pedagógicos, también muchos niños han aprendido a gestionar la materia orgánica para producir abono, con lo que el impacto social de la huerta para su comunidad ha crecido significativamente.