La ruta de los Antimonumentos en CDMX

Memorias en disputa

Ciudad de México es enorme, con más de veinte millones de habitantes es una de las diez capitales más pobladas del mundo. Durante las últimas cinco décadas las representaciones oficiales y no oficiales de los acontecimientos del país y de la región han comenzado a ocupar sus plazas y avenidas al ritmo del aumento demográfico. Hay muchos monumentos en honor a los personajes de la cultura nacional, como los próceres de la revolución y algunas mujeres, entre ellos se destaca una docena de los denominados «Antimonumentos», ubicados en la ruta que describo acá.

Este informe reúne una serie de pensamientos, emociones e interpretaciones del recorrido y la observación in situ de estas intervenciones de la «antimemoria» mexicana, presentes en el espacio público a raíz de las violaciones recurrentes a los derechos humanos. El denominador común es la reivindicación de la Verdad como un derecho inalienable, la indignación que las acciones colectivas manifiestan en contra de la impunidad, el olvido y el silencio oficial, así como el reclamo permanente de las víctimas y las colectividades que las respaldan.

Memorial de Tlatelolco

Comienzo la ruta en la plaza de las Tres Culturas. Desde allí camino hasta el Antimonumento de la plaza de Tlatelolco, hecho de piedra, en homenaje a los estudiantes asesinados el 2 de octubre de 1968. Los nombres de las víctimas, también tallados en piedra, están detrás de un templo católico muy grande, que a su vez está al lado de unas ruinas indígenas anteriores al templo.

El sentido de estas obras es resignificar el mensaje: es urgente proteger la vida en sus múltiples dimensiones, las familias de las personas desaparecidas gritan de cara a la sociedad mexicana y a la humanidad. El libro Antimonumentos, editado en 2020 por el Heinrich-Böll-Stiftung, recoge las voces de las personas que han participado en la creación y la instalación de estos artefactos en la Ciudad de México. En esta publicación definen los Antimonumentos así: «El concepto de antimonumento como estrategia de denuncia social y política existía solo en el circuito del arte. Pero una vez que llegó al campo de la lucha social y se instaló como arma de lucha y de memoria, empezó a tomar cada vez más sentido. Comenzó a llenarse de nombres, recuerdos, y anhelos. Dolores diferentes, pero siempre enlazados. Se les llamó antimonumento desde las organizaciones, y en la calle, por primera vez, el 26 de abril de 2015 cuando se instaló el +43 para recordar que nos faltan 43 estudiantes y miles de personas desaparecidas. La idea voló para germinar por muchos lugares: palabra e idea comenzaron a replicarse no solo en México sino también en otros países». Después de hacer la ruta por CDMX, y de apreciar tantas expresiones en torno al dolor, es innegable la necesidad de que estos hechos no se repitan. Me parece indiscutible que la posibilidad de transformar las condiciones que propician las violaciones a los derechos humanos pase por la capacidad de ser sensibles ante el sufrimiento de otros seres. Poder nombrar en el espacio público a quienes han sido desaparecidos y asesinados es una prioridad. En la medida en que no haya justicia, la causa se convierte en un asunto aún más urgente. Los Antimonumentos son actos colectivos significativos y hermosos, que involucran a varios sectores de la sociedad, ya sea porque están relacionados con las víctimas y sus familiares, o adelantan iniciativas en organizaciones y colectivos vinculados al movimiento social, o son artistas que con su plasticidad deciden apoyar estas acciones. Las prácticas que rescatan y reivindican la memoria de las personas desaparecidas restablecen el lugar que les fue arrebatado violentamente, además, son un consuelo para las buscadoras y los buscadores que siguen esperando la verdad y la justicia. Después de hacer este recorrido por CDMX, deseo que también existan los Antimonumentos en Colombia.

Erik Arellana Bautista con el apoyo de la Fundación Heinrich Böll México

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imágenes y Texto Erik Arellana Bautista

Memorial de Tlatelolco